Los niños con discapacidad son iguales al resto de niños. De
acuerdo con la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), los menores con
discapacidad poseen los mismos derechos que cualquier otro niño.
Además del derecho
a la no discriminación previamente mencionado, es necesario destacar que los
niños con discapacidad deben disfrutar no sólo de los derechos garantizados por
la Convención, sino también de los derechos que se mencionan a continuación.
Derecho a un
tratamiento adecuado
El segundo párrafo
del Artículo 23 de la CDN, dedicado a los niños con discapacidad, garantiza su
derecho a obtener una asistencia especial y a solicitar la concesión de una
subvención del gobierno que se ajuste en función del país del niño y de la
situación financiera de sus padres o tutor.
Resulta obvio que
los niños con discapacidad tengan derecho a un tratamiento especial pero, en la
práctica, la mayoría de ellos son privados incluso de un tratamiento médico
adecuado. Sus posibilidades de recuperación, o de vivir al menos con un
sufrimiento menor, se reducen por lo tanto a cero.
Derecho a la
educación
Debido a la falta
de infraestructuras, medios, conocimiento y, sobre todo, de buena voluntad, la
mayoría de los niños con discapacidad no recibe ninguna educación; en realidad,
ni siquiera una educación primaria. De hecho, de acuerdo con una serie de
estadísticas internacionales, solo el 2% de los niños con discapacidad tiene el
privilegio de asistir a la escuela. Se trata, por lo tanto, de una violación
grave de la CDN, que garantiza el derecho de todos los niños a asistir a la
escuela.
Derecho al ocio
En ocasiones, las
personas que rodean a los niños con discapacidad están tan involucradas en su
asistencia que olvidan que éstos, antes que nada, son niños; niños que
necesitan divertirse, jugar, expresarse de forma artística, practicar deportes,
etc. Asimismo, el derecho al ocio es un derecho contenido en la Convención
sobre los Derechos del Niño (Artículo 31), y que indudablemente atañe de igual
forma a los niños con capacidades diferentes.
Derecho a la opinión
Se trata de una de
las necesidades fundamentales de un niño con discapacidad, aunque
desafortunadamente, también es una de las más ignoradas. De acuerdo con el Artículo
12 de la CDN, los niños minusválidos, al igual que el resto de niños, tienen
derecho a expresar su opinión sobre cualquier medida que les afecte.
El derecho a la
opinión se extiende del mismo modo a todos los ámbitos de la vida social, en la
que el niño debería contar con la oportunidad de expresar su opinión, ser
consultado e informado y tener la oportunidad de participar. Sin embargo, se
considera a menudo que, debido a sus discapacidades, estos niños no son capaces
de expresar una idea de forma coherente, por lo que se toman las decisiones sin
escuchar su opinión.
Producto de su
vulnerabilidad, los niños que sufren alguna discapacidad son particularmente
susceptibles a la hora de expresar su opinión, ya que en algunas ocasiones la
comunicación con ellos conlleva numerosos obstáculos (dificultades en la
comunicación, pensamiento lento, falta de comprensión). Por lo tanto, se
debería considerar a los niños minusválidos como parte integral de la toma de
decisiones en los asuntos que les afecten. De este modo, la erradicación de los
obstáculos que dificultan su camino hacia la integración social debería ser
inmediata.
Un largo camino por
recorrer
La palabra
minusválido a menudo contiene una connotación peyorativa: un minusválido sufre
una incapacidad, lo que invita a considerarle del mismo modo que a una persona
incompetente. Sin embargo, un niño con discapacidad es capaz de involucrarse en
acciones de tipo constructivo y, sobre todo, es capaz de progresar.
Desgraciadamente, rara vez cuentan con la oportunidad de hacerlo.
A nivel mundial,
existe un largo camino por recorrer en lo que a los derechos de los niños con
discapacidad se refiere. El cambio del término ‘niños con discapacidad’ por
‘niños con capacidades diferentes’ ha supuesto un avance en este aspecto.
De hecho, es
indispensable un cambio de mentalidad para garantizar los derechos de los niños
con capacidades diferentes. Además, las autoridades de todo el mundo deberían
llevar a cabo las reformas necesarias para crear una estructura jurídica e
institucional que asegure la protección de los niños con capacidades
diferentes, de forma que estos puedan abandonar los tétricos lugares en los que
se encuentran y, consecuentemente, disfrutar de condiciones de vida adecuadas y
de las oportunidades que merecen.
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