
Él mismo acaba de perder su plaza fija desde hace 18 años en el Ayuntamiento de Marbella, después de un tortuoso proceso por presunto acoso laboral que aún sigue en los tribunales. El caso ha merecido sanciones de la Inspección de Trabajo para el Ayuntamiento marbellí y el "reproche moral, abierto y sin ambages" del Defensor del Pueblo Andaluz, quien recomendó "el cese de la hostilidad hacia un empleado público sin tacha alguna en su carrera y sí, en cambio, una acreditada y reconocida valía profesional en servicios sociales y dependencia".
Ánimo y no desfallecer por la lucha es larga, y la causa en muy justa. Al fina ganaremos los buenos.
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